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El linfedema es una acumulación excesiva y patológica de linfa y otras sustancias en alguna zona del cuerpo (habitualmente brazos y piernas), que nosotros percibimos como un aumento de volumen en dichas zonas. Esta linfa es un líquido compuesto por agua, proteínas, grasas y minerales, y circula por el sistema linfático.
El sistema linfático lo forman los capilares y vasos linfáticos, los ganglios y otros órganos del cuerpo. Se encarga de recoger el exceso de líquido del espacio intersticial de las células y llevarlo de vuelta a la circulación venosa (10%), para conseguir eliminar desechos y transportar aquellas sustancias que los capilares sanguíneos no consiguen llevar. Además, y no menos importante, cumple una importante función de defensa del organismo.
Atendiendo al estadio en el que se encuentre, el linfedema se puede clasificar en:
o Estadio 0: edema no evidente. Es una fase mayoritariamente asintomática, si acaso se nota leve pesadez.
o Estadio I: es un edema reversible (mejora con la elevación de la extremidad en menos de 24h), sin fibrosis dérmica.
o Estadio II: es un edema irreversible, que no mejora con la elevación del miembro. La fibrosis es mayor.
o Estadio III: elefantiasis. Cambios tróficos importantes, como son depósitos de grasa, acantosis y procesos verrugosos.
Por otro lado, dependiendo de la causa que lleva a esa disfunción en el sistema linfático, podemos diferenciar dos tipos de linfedema: primario y secundario.
• En el linfedema primario hay una alteración congénita en la red linfática, que puede dar la cara en el nacimiento, en la adolescencia o en la edad adulta. Puede deberse a un mal funcionamiento de los vasos linfáticos, a una falta de ganglios…
• En el linfedema secundario, como dice la palabra, el daño en el sistema linfático se produce de forma secundaria a una cirugía, a un tratamiento, etc. La mayoría de los linfedemas secundarios se producen tras procesos tumorales por los tratamientos que estos conllevan (cirugías para extirpar tumores y ganglios, radioterapia, etc).
Como cualquier patología crónica, el linfedema no tiene un tratamiento curativo, pero mediante la fisioterapia conseguimos estabilizar el grado de linfedema para mantenerlo en estadíos bajos, de forma que no ponga en compromiso la función corporal y salud del paciente. Su abordaje desde la fisioterapia va a depender del tipo de linfedema y del estadío en que se encuentre, y siempre se va a realizar una valoración global del paciente y de su situación. Entre las técnicas de fisioterapia empleadas encontramos: drenaje linfático manual (DLM), terapia compresiva (vendajes y prendas de compresión), cuidados de la piel, ejercicio físico y educación al paciente (cuidados posturales, hábitos saludables, alimentación…).

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